• Saciar el hambre

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    28 de julio de 2024 – 17 Domingo Ordinario

    El desarrollo tecnológico ha permitido a muchos países hacer frente al problema de la alimentación de la población. Desgraciadamente la guerra de Ucrania ha complicado la situación al no ser posible la exportación de alimentos, sobre todo a países del tercer mundo. La guerra de Palestina está impidiendo la llegada de víveres a una población hambrienta. En los países ricos, los labradores están descontentos con el sistema impuesto que no tiene en cuenta la importancia de su trabajo. En muchos países pobres persiste, y amenaza con acentuarse, la extrema inseguridad de vida a causa de la falta de alimentación.

    La Iglesia considera un deber, que responde a las enseñanzas de Jesús sobre la solidaridad y el compartir, el dar de comer a los hambrientos (2 Re 4,42-44; Juan 6,1-15). En la era de la globalización, eliminar el hambre en el mundo se ha convertido también en una meta que se ha de lograr para salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta. El hambre, según el papa, no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional.

    Falta, en efecto, un sistema de instituciones económicas capaces de asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y que permitan afrontar las exigencias relacionadas con las necesidades primarias y con la crisis de alimentos, provocada por causas naturales o por la irresponsabilidad política nacional e internacional. Aunque el papa no quiere entrar en cuestiones técnicas, reconoce que es necesaria una planificación a largo plazo y unos cálculos, sin duda más complejos que los que hacía Felipe en el evangelio cuando quiere dar de comer a cinco mil personas.

    No se puede esperar que unos pocos resuelvan un problema tan grande. El trabajo ha de llevarse a cabo implicando a las comunidades locales en las opciones y decisiones referentes a la tierra de cultivo. Andrés, el hermano de Pedro, quiere colaborar pero se da cuenta de que sólo hay un muchacho con cinco panes y dos peces, pero con eso no se puede alimentar a cinco mil personas.

    Sin duda tan sólo el Señor puede hacer el milagro, pero necesita nuestra colaboración. Jesús hará como el padre de familias que bendice el pan antes de repartirlo a los suyos. Es Él mismo el que lo distribuye a la multitud, porque tan sólo Él puede saciar los deseos de felicidad de todas las personas. El papa recuerda que la crisis actual está pidiendo un cambio de modelo de desarrollo. Se necesita una cultura humanista cristiana abierta a Dios y que reconoce en la humanidad una única familia. La economía necesita de una ética.

    El milagro se produce. Se comprueba recogiendo lo sobrante. Los discípulos intervienen para que nada se desperdicie. Ésta debiera ser la preocupación de los creyentes en Jesús: que no se derroche, sobre todo que no se desperdicien los recursos que hay en nuestro mundo, sobre todo los recursos que se ponen a disposición de los pobres. A veces se pudren en los almacenes del primer mundo; otras veces desaparecen entre las manos de los funcionarios que hacen de intermediarios; otras acaban en los bolsillos de las autoridades de los mismos pueblos hambrientos. La corrupción es el gran cáncer que corroe nuestras sociedades y condena a tantos a la miseria. Hay que destinar más fondos al desarrollo y administrarlos bien.

    El Señor nos alimenta a todos en la mesa de su Palabra y de su cuerpo y de su sangre. En torno al Señor Resucitado formamos la familia de los hijos de Dios que participamos del mismo alimento. Que nosotros seamos capaces de colaborar en la creación de un mundo más justo y fraterno.


  • Servir y dar la vida

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    25 de Julio de 2024 – Santiago apóstol, Patrono de España

    La situación religiosa de nuestro país ha cambiado de tal manera durante los últimos cuarenta años que muchos tienen dificultad para creer lo que estamos viviendo. Sin duda que los cambios se han acelerado en todos los aspectos.  No cabe duda de que nos hemos modernizado. Y, para muchos, modernizarse es abandonar la fe y las tradiciones. Todo ello ha sido favorecido por la nueva cultura de usar y tirar.

    Cuenta la tradición que el apóstol Santiago encontró grandes dificultades en la evangelización de España de manera que empezó a desanimarse. La Virgen del Pilar se le apareció en Zaragoza para darle ánimos y asegurarle que su predicación produciría frutos. No hay pues que echar la toalla en el momento presente por las dificultades que experimentamos en el anuncio del evangelio. Un día producirá sus frutos porque el evangelio es siempre una fuerza de salvación para el creyente.

    Quizás Santiago se había imaginado que estaba ya en el reino del Señor y que se trataba de tener un buen puesto y una vida tranquila. Por eso junto a su hermano Juan, se lo habían pedido a su madre para que fuera a ver a Jesús (Mat 20,20-28). A ésta no se le ocurrió otra cosa que presentarse cuando estaban todos los apóstoles. Éstos se indignaron contra los dos hermanos, con razón, pues también ellos tenían sus ambiciones personales.

    Jesús sondeó la disponibilidad de los dos hermanos a compartir su vida y destino. Ellos se declararon decididos a todo, no sé si sabiendo muy bien a lo que se comprometían. En todo caso Jesús los tomó por la palabra, y al mismo tiempo dejó claro que Él no les iba a dar el puesto que pedía para ellos la madre. Eso dependía del Padre.

    Luego Jesús intentó poner calma en el grupo soliviantado y les declaró las normas del Reino de Dios. No son las mismas de los reinos de la tierra donde los poderosos se aprovechan de su situación para someter a los súbditos y emplearlos para sus propios intereses. En su Reino, el que quiera ser grande tiene que serlo en el servicio: “servir a Dios es reinar”. Es lo que Jesús estaba haciendo. Era el servidor de todos y entregaba su vida en rescate por muchos.

    Santiago debió entender la lección pues de hecho puso su vida al servicio del evangelio y fue el primero de los apóstoles que dio su vida por su Señor (Hechos 4,3.5.12.27b-33; 12, 1b). San Pablo de manera más amplia nos presenta cuál es la vida del apóstol de Cristo (2 Cor 4,7-15). Lleva un tesoro en vasijas de barro, que se pueden fácilmente quebrar. La Iglesia debe estar atenta a ese tesoro y hacer todo lo posible para que esas vasijas, que son sobre todo sus ministros, no se rompan.

    En este momento crucial de la historia de la Iglesia, sentimos el acoso y las dificultades, consecuencias de nuestros pecados, pero estamos convencidos de que el Señor Jesús nos sigue confiando ese tesoro de la salvación. Es en la debilidad donde se muestra que toda la fuerza viene de Dios y no del elemento humano de la Iglesia. Con esta confianza damos gracias a Dios en la Eucaristía por el don de la fe y pedimos que seamos fieles al encargo que hemos recibido.


  • Como ovejas sin pastor

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    21 de julio de 2024 – 16 Domingo Ordinario

    El desprestigio de los líderes, tanto políticos como religiosos, se puede constatar en las encuestas de opinión y en los comentarios que leemos y hacemos todos los días. Falta sin duda a nivel mundial un líder con un proyecto global como corresponde a situación de nuestro mundo. Una situación difícil a causa de las guerras y de la crisis económica y social que azota ya a todos los países. Los países ricos, en vez de asumir su responsabilidad para el bien de todos, se han replegado sobre sí mismos, bajo el lema de «sálvese quien pueda». No se dan cuenta, como nos recuerda a menudo el papa Francisco, que todos estamos en el mismo barco y nos salvamos todos juntos o pereceremos todos. Jesús vino para derribar las barreras del odio que separa a los pueblos (Ef 2,13-18) y a establecer la paz,  entre  Dios y los hombres y entre ellos mismos.

    También el profeta echa la culpa de la dispersión y desunión precisamente a los pastores, a las personas que tienen la responsabilidad de crear la unión y la comunión (Jer 23,1-6). No cabe duda de que los poderes de nuestro tiempo están interesados en mantener a las personas dispersas pues así se les maneja más fácilmente. Frente a esta situación, en muchos pueblos se buscan nuevas figuras que planten cara a los poderosos de este mundo.

    Ya el Papa Pío XII habló del cansancio de los buenos. Esa fatiga se ha agudizado en los últimos años a causa de la desproporción entre la misión a realizar y los recursos de los que disponemos. Durante estos cincuenta años las iglesias se nos han ido quedando vacías de creyentes y de pastores. El número de personas a evangelizar, por el contrario, ha ido aumentando. Ante esta situación, sentimos, sin duda, lástima porque vemos a los hombres de nuestro mundo “como ovejas sin pastor”. La tentación es la de entregarnos a un activismo desaforado que lleva a un total vaciamiento de la vida espiritual y a un no tener tiempo para Dios. En su tiempo Jesús llamó a los apóstoles para que participaran en su misión. Les invitó a reposar un poco para que no se desfondasen, pero pronto les mandó salir fuera.

    Desgraciadamente el envejecimiento progresivo del clero en nuestros ambientes contribuye también a esa impresión de falta de pastor (Mc 6,30-34). El pastor ya no vive en medio de sus ovejas. Tiene a su cuidado varios pueblos, lo que está produciendo un incremento de la fatiga, que veía ya Jesús en sus apóstoles. Sin duda que esta situación está pidiendo otro tipo de pastoreo más colegial en el interno de la comunidad. Necesitamos una iglesia verdaderamente sinodal. Pero para ello es necesario que existan personas que sean capaces de asumir la hermosa tarea de trabajar a favor de la comunidad cristiana. Tenemos la misma necesidad de auténticos líderes políticos que vivan la política como un servicio a la comunidad.

    Jesús tuvo lástima de aquella multitud abandonada y se puso a enseñarles con calma. De cara a la renovación de la vida y la sociedad, lo primero que se necesitan es nuevas ideas. Desgraciadamente estamos viviendo en un tiempo indigente en el que el pensar brilla por su ausencia. Los grandes avances tan sólo se dan en la tecnología. Tenemos el poder de hacer casi todo los que nos proponemos, pero nos falta la capacidad de reflexionar acerca de los fines. Se da por supuesto que esta civilización técnica hace más felices a las personas, aunque las realidades parezcan desmentirlo. Tan sólo el papa Francisco y algunos más se atreven a cuestionar esta sociedad tremendamente injusta. Desgraciadamente los técnicos y expertos de los que se rodean los gobernantes para vivir a costa del pueblo se convierten en los apologistas de la política del momento y cierran los ojos ante las exigencias de la verdad de la persona y de la sociedad. Jesús reúne a su pueblo disperso en torno a la Eucaristía para escuchar su Palabra y para participar en el sacramento de la unidad de manera que su Iglesia sea fermento de unidad en el mundo.


Lorenzo Amigo

Es sacerdote marianista, licenciado en filosofía y filología bíblica trilingüe, doctor en teología bíblica. Ha sido profesor de hebreo en la Universidad Pontificia de Salamanca y de Sagrada Escritura en el Regina Mundi de Roma. Fue Rector del Seminario Chaminade en Roma de 1998 a 2012. Actualmente es párroco de San Bartolomé, en Orcasitas, Madrid.


Sobre el blog

La Palabra de Dios es viva y eficaz. Hacer que resuene en nuestros corazones y aliente en nuestras vidas. Leer nuestro presente a la luz de la Palabra escuchada cada domingo. Alimentarse en la mesa de la Palabra hecha carne, hecha eucaristía. Tu Palabra me da vida.


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