Pasó haciendo el bien

10 de Junio 2018 – 10 Domingo Ordinario

 

Nuestra cultura de la sospecha nos lleva a desconfiar de las personas, incluso de las mejores, y buscamos descubrir intenciones ocultas inconfesables en todo lo que hacen. Jesús fue objeto de sospecha para las autoridades civiles y religiosas de su pueblo que hicieron lo imposible por desprestigiarlo como un impostor y blasfemo y no pararon hasta que acabaron con él. El pueblo sencillo lo seguía, pero también se dejaba manipular y acabó dejándolo solo.

Jesús fue un hombre con grandes poderes de sanación corporal y anímica como lo fueron los profetas y otros hombres de Dios del pueblo de Israel. Pasó haciendo el bien y liberando a los que estaban atormentados por el diablo, a todas las víctimas de una cultura que destruía a las personas (Mc 3,20-35). La gente sencilla admiraba sus milagros y prorrumpía en alabanzas a Dios que manifestaba su amor a través de Jesús.

Los enemigos de Jesús, en cambio, trataron de desprestigiarlo y lo acusaron de estar endemoniado. Le robaron su vida y su muerte, el sentido de su muerte. En vez de reconocer que Dios estaba actuando a través de él, lanzan la acusación de que arrojaba los demonios por el poder del mismo Satanás. Jesús les hace ver sus incoherencias. No es él el único que arrojaba los demonios. Había otros hombres de Dios en su tiempo que también lo hacían y eran considerados hombres santos.

El demonio no está interesado en luchar contra sí mismo pues todo reino dividido va a la ruina. El demonio no abandona su presa sino forzado por alguien más fuerte que él. Jesús como portador de la fuerza del Espíritu de Dios tiene el poder de instaurar el Reino de Dios. Cuando Dios reina, ningún otro puede usurpar su señorío. Satanás, aunque sigue haciendo estragos, tiene sus días contados (Gn 3, 9-15) .

Aunque tengamos la impresión de que el mal reina por todas partes, la última palabra la tiene Dios. En realidad el bien es más abundante que el mal pues de lo contrario nuestro mundo ya se hubiera hundido en la maldad. Hay mucha corrupción sin duda pero hay más personas que hacen el bien y logran que nuestro mundo continúe siendo habitable. Por eso no nos desanimamos. La fe nos permite ver la realidad y no sólo las apariencias (2 Cor 4,13-5,1).

Desgraciadamente la falta de fe anida en nuestros corazones como incluso en los familiares de Jesús que quedaron desorientados por su manera de actuar. Creyeron que estaba loco y salieron a llevárselo con ellos para que no estuviera dando un espectáculo. Querer seguir hoy a Jesús no está bien visto. Te tachan enseguida de retrógrado, de no estar al día. Te acusarán de ser enemigo de la libertad y del progreso. No nos desanimemos sino que continuemos como Jesús haciendo el bien, trabajando a favor de la liberación de las personas, preocupándonos de sus necesidades espirituales y materiales. Que la celebración de la eucaristía nos dé la fuerza para ser testigos creíbles de Jesús y de su Evangelio.


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