1 enero 2024- Santa María, Madre de Dios
Como todos los años, el papa Francisco ha dirigido al mundo un mensaje para la Jornada Mundial de la Paz. Lleva por título “Inteligencia artificial y paz”. El Papa está atento a lo que ocurre en el mundo y preocupa a la humanidad. Con su reflexión quiere animar a hacer que los progresos en el desarrollo de formas de inteligencia artificial contribuyan, en última instancia, a la causa de la fraternidad humana y de la paz. Esta no es responsabilidad de unos pocos, sino de toda la familia humana.
El progreso de la ciencia y de la tecnología debe ser un camino hacia la paz, pero está poniendo en las manos del hombre una vasta gama de posibilidades, algunas de las cuales representan un riesgo para la supervivencia humana y un peligro para la casa común. El Papa ve el futuro de la inteligencia artificial entre promesas y riesgos. Está claro que sus protagonistas se fijan solo en la eficiencia y olvidan muchas veces al resto de los mortales, víctimas de sus consecuencias. El mundo es cada vez más injusto y se ignora a los pobres. Por eso es preciso reforzar o, si es necesario, instituir organismos encargados de examinar las cuestiones éticas emergentes y de tutelar los derechos de los que utilizan formas de inteligencia artificial o reciben su influencia.
Lo último que el mundo necesita es que las nuevas tecnologías contribuyan al injusto desarrollo del mercado y del comercio de las armas, promoviendo la locura de la guerra. Las aplicaciones técnicas más avanzadas no deben usarse para facilitar la resolución violenta de los conflictos, sino para pavimentar los caminos de la paz. En definitiva, el modo en que usamos la ciencia y la tecnología para incluir a los últimos, es decir, a los hermanos y las hermanas más débiles y necesitados, es la medida que revela nuestra humanidad.
La fiesta de Santa María, Madre de Dios, sigue siendo como la Navidad, ante todo la fiesta de la vida (Lc 2,16-21). Una vida confiada a los cuidados de los hombres y mujeres. Una vida que debe ser protegida desde su concepción hasta el momento final. Una vida siempre amenazada por el egoísmo humano y las tendencias destructoras que residen en el corazón del hombre y que se pueden desbordar cuando son manipuladas por las ideologías políticas.
María, Madre de Jesús, que es el Hijo de Dios, nos enseña a mirar al hombre concreto, al hombre sufriente y doliente que las ideologías consideran un número dentro de la nación, el pueblo, el estado. La verdad del hombre es siempre una verdad concreta, con un nombre propio, con un rostro único e irrepetible, que traduce el rostro humano de Dios manifestado en Cristo Jesús. De la misma manera que los padres dan un nombre al hijo antes de nacer, Jesús fue llamado con ese nombre ya en el momento de la Anunciación. María es la puerta que abre este nuevo año y que nos introduce siempre en el Reino, porque Ella nos lleva siempre hacia Jesús. Que Ella nos acompañe a lo largo de todo este año y nos conceda la Paz y la Felicidad.