El Señor te conceda la paz

1 de enero 2022- Santa María, Madre de Dios

Os deseo a todos un Feliz Año 2022, que comenzamos bajo la protección de Santa María, Madre de Dios. Que Ella haga realidad nuestros deseos de Paz y Felicidad (Num 6,22-27). Todos queríamos dejar atrás el año que ha terminado. Sin duda no cumplió los deseos que teníamos al comenzarlo. La crisis sigue y amenaza este nuevo año. Empezamos el Año 2022 con más contagiados que nunca. El año 2021 ha sido una año malo, pero quizás hayamos aprendido alguna lección nada agradable que puede, sin embargo, cambiar nuestra vida: Todos estamos en el mismo barco, o nos salvamos todos o perecemos todos. Es difícil admitir que no podemos seguir viviendo como vivíamos. Desde el comienzo de la pandemia el Papa Francisco ha recordado que la cultura del consumismo es insostenible y además inhumana. Es una cultura contra la vida. Necesitamos cultivar una cultura del amor, de la fraternidad y de la cercanía a todos los hombres. Necesitamos una cultura del cuidado de nosotros mismos, de los demás y de todo el planeta. Una de las exigencias, sin duda, es la vacuna gratuita para todos, no solo para los países ricos.

Es también el tema que el Papa Francisco ha elegido para el tradicional Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz con el lema Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera. Todavía hoy, el camino de la paz permanece desafortunadamente alejado de la vida real de muchos hombres y mujeres y, por tanto, de la familia humana, que está totalmente interconectada. En cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido, alcanzado a través del diálogo.

Todo diálogo sincero, aunque no esté exento de una dialéctica justa y positiva, requiere siempre una confianza básica entre los interlocutores. Debemos recuperar esta confianza mutua. La actual crisis sanitaria ha aumentado en todos la sensación de soledad y el repliegue sobre uno mismo. La instrucción y la educación son las bases de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso. Desgraciadamente aumentan las inversiones en armamento y disminuyen en educación. El trabajo es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad. Por eso, no debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma.

La fiesta de Santa María, Madre de Dios, sigue siendo como la Navidad, ante todo la fiesta de la vida (Lc 2,16-21). Una vida confiada a los cuidados de los hombres y mujeres. Una vida que debe ser protegida desde su concepción hasta el momento final. Una vida siempre amenazada por el egoísmo humano y las tendencias destructoras que residen en el corazón del hombre y que se pueden desbordar cuando son manipuladas por las ideologías políticas.

María, Madre de Jesús, que es el Hijo de Dios, nos enseña a mirar al hombre concreto, al hombre sufriente y doliente que las ideologías consideran un número dentro de la nación, el pueblo, el estado. La verdad del hombre es siempre una verdad concreta, con un nombre propio, con un rostro único e  irrepetible, que traduce el rostro humano de Dios manifestado en Cristo Jesús. De la misma manera que los padres dan un nombre al hijo antes de nacer, Jesús fue llamado con ese nombre ya en el momento de la Anunciación. María es la puerta que abre este nuevo año y que nos introduce siempre en el Reino, porque Ella nos lleva siempre hacia Jesús. Que Ella nos acompañe a lo largo de todo este año y nos conceda la Paz y la Felicidad.


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