8 de mayo de 2022- 4 Domingo de Pascua
En este domingo del Buen Pastor celebramos la Jornada Mundial por las vocaciones: Deja tu huella, sé testigo. Es una invitación a dejar nuestra huella en la vida, que viene marcada por la huella de amor que Jesús dejó en nosotros. Jesús es el Buen Pastor que camina a nuestro lado y va mezclando sus huellas con las nuestras. Los cristianos reconocen la presencia de Jesús el buen Pastor en la comunidad de los creyentes y en particular en las personas de sus pastores que han dedicado su vida a Cristo y a la comunidad.
Los fieles mantienen unas relaciones cordiales con sus pastores y los siguen cuando ven que verdaderamente encarnan la figura del Buen Pastor (Jn 10,27-30). Es así como se construye una Iglesia sinodal. Desgraciadamente habrá siempre algunos mercenarios que se aprovecharán del cargo para servirse de las ovejas, en vez de estar a su servicio. La Iglesia no está en función de sí misma, aunque algunos quieren aprovecharse de ella para hacer carrera. La Iglesia está al servicio del Reino de Dios, al servicio de los hombres, sobre todo de los más pobres.
La vocación supone una cierta capacidad de escucha de la llamada. Hoy se corre el peligro de cerrarse en banda, como hicieron los que escucharon a Pablo (Hech 13,14.43-52). Tenían ya sus esquemas hechos y todo lo que se saliera de ellos no era aceptado. L a verdad es que los jóvenes de hoy no tienen nada contra Dios o contra Jesús. Lo que les pasa es que Dios no aparece en las pantallas de sus móviles. No tienen tiempo para pararse a escuchar su voz. Los paganos que escuchaban a Pablo, en cambio, estaban atentos a la novedad del Espíritu.
La capacidad de escucha supone una sintonía entre el que habla y el oyente. Jesús hace que sus oyentes se vayan identificando poco a poco con él. Jesús es el Buen Pastor precisamente porque es el Cordero degollado y resucitado, que ha dado la vida por nosotros (Ap 7,9.14-17). No es de extrañar que sus ovejas lo escuchen, lo obedezcan y lo sigan. Quieren vivir con Él porque así encuentran la vida. Los sacerdotes deben identificarse con Jesús, Buen Pastor, y conducir las ovejas hacia Él, y no hacia sí mismos.
Jesús mantiene con los creyentes una relación de amor y de amistad semejante a la que Dios mantenía con Israel en el seno de la alianza. Como Dios, Jesús tiene con sus ovejas una relación personal intensa, de conocimiento y amor. Es un amor de elección y de predilección. Sus ovejas, por su parte, corresponden a ese amor mediante la escucha y el seguimiento.
Los creyentes en Jesús están en buenos manos, en las manos del Padre porque el Padre y Jesús son uno. Por eso Jesús puede presentarse como el Pastor del pueblo, título que pertenecía a Dios mismo. El pueblo de los redimidos por Cristo tiene a Él como pastor. Él los conduce a las fuentes de agua vida, que son el Espíritu de Dios. Es Jesús el que nos da su Espíritu. Ese pueblo apacentado por Jesús habita en la casa misma de Dios, en su templo, dándole culto día y noche.
En la celebración de la eucaristía damos culto a Dios nuestro Padre. Le damos gracias porque nos ha salvado en Cristo Jesús, que es nuestro Pastor, que nos alimenta con su propia vida, con su palabra, con su cuerpo y sangre. Pidamos por todas las vocaciones y en particular por los sacerdotes que hacen presente a Jesús, Buen Pastor, en medio de la comunidad.