El Espíritu renueva el mundo

28 de mayo de 2023 – Domingo de Pentecostés

Las negativas de Rusia y Ucrania a una misión de paz por parte del Vaticano no han desanimado al papa Francisco sino que le han llevado a encargar esa misión al cardenal Zuppi, arzobispo de Bolonia, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, que ha intervenido y solucionado casos tan difíciles como el de Mozambique. Sin duda el papa está convencido de que Dios quiere un mundo en paz, que hay que construir a través del encuentro y el diálogo.

Es el Espíritu del Señor el que posibilitó el día de Pentecostés escuchar la Palabra de Dios y entenderla cada uno en su propia lengua. Se trata sin duda alguna del lenguaje del amor, que hace la unidad a partir de la diversidad, respetando a cada pueblo y a cada persona. Es la hora de que callen las armas que hacen ruido y confusión y hable el lenguaje del entendimiento y comprensión.

Se trata, sin duda alguna, de construir la fraternidad universal, la amistad social, entre las personas y los pueblos. No podemos permitirnos el lujo de malgastar los recursos de los países en destruirse unos a otros. Necesitamos una nueva civilización que se haga cargo de los descartados, de los pobres y los débiles, que son las víctimas de nuestra manera consumista de vivir.

La Iglesia tiene que ser una Iglesia de los pobres y para los pobres. Sólo así será fiel al mensaje de Jesús y podrá ser fermento de nueva humanidad. Es precisamente el Espíritu Santo, el Espíritu del amor del Padre y del Hijo, enviado a la Iglesia el que hizo posible la unidad a partir de la diversidad de pueblos y culturas extrañas a la tradición judía, de la que procedían Jesús y sus discípulos. “El Espíritu renovó la faz de la tierra”.

El Espíritu hizo el milagro (Hechos 2,1-11). Él da fuerza a los apóstoles, que estaban encerrados en casa por miedo a los judíos, para salir a las plazas a dar testimonio de Jesús. Él abre el corazón y los oídos de los presentes para entender en su propia lengua las maravillas de Dios. Es decir, el Espíritu reúne la Iglesia, dándole unidad en la diversidad, para poder ser testigo ante todos los pueblos. Es el Espíritu el que pone en el corazón de los pueblos la búsqueda de la unidad, de la justicia y de la paz.

La Iglesia nace de la proclamación del Evangelio, del anuncio de Jesús. No es que primero existe la Iglesia y después empiece a predicar. La Iglesia tan sólo existe en la medida en que anuncia y hace presente a Jesús en el mundo mediante su palabra y sus obras. Esta acción no es una simple acción humana sino que es el mismo Dios el que está actuando mediante su Espíritu. No es que la Iglesia tenga el monopolio del Espíritu, que “sopla donde Él quiere”, pero podemos decir que en la Iglesia actúa con una intensidad especial.

En la comunidad eclesial todos somos protagonistas, porque todos hemos recibido el don del Espíritu, es decir, sus carismas (1 Cor 12,3-13). No tenemos que pensar sólo en dones extraordinarios, como el hablar lenguas extranjeras sin estudiarlas o hacer curaciones. Todos los dones y talentos que tenemos, sean de salud, de inteligencia, de arte y de bondad son dones del Espíritu. Cuando los reconocemos y los empleamos al servicio de la construcción del cuerpo de Cristo y de la comunidad humana, esas cualidades son verdaderos carismas. Cuando, por el contrario, las utilizamos para el provecho propio, para imponernos a los demás, las cualidades siguen siendo dones de Dios, pero no las usamos como Dios quiere.

Nosotros experimentamos que el Espíritu está presente en nosotros porque sabemos que nuestros pecados han sido perdonados ya en nuestro bautismo, antes de que nosotros pudiéramos hacer nada de bueno (Jn 20,19-23). El perdón de Dios ha sido el gran signo de su amor y ha tenido lugar con el don del Hijo y del Espíritu. Éste derrama en nuestros corazones el amor de Dios. Pidamos en esta Eucaristía que el Espíritu sigue renovando su Iglesia para que sea siempre joven y promueva iniciativas nuevas según las necesidades de estos tiempos.


Publicado

en

por

Etiquetas: